Dr. Jordi Sasot Llevadot

És metge especialista en Psiquiatria i Pediatria per la Universitat Autònoma de Barcelona (Unitat Docent Vall d'Hebron) des del 1983.

Magíster en Psiquiatria i Psicologia Infanto-Juvenil pel Departament de Farmacologia i Psiquiatria de la Universitat Autònoma de Barcelona amb la qualificació d'excel·lent.

Col·legiat pel Col·legi Oficial de Metges de Barcelona amb el nº 13.345.

Pertany al Cos Facultatiu del Centro Médico Teknon on dirigeix la Unitat de Paidopsiquiatria (Psiquiatria i Psicologia Infanto-Juvenil).

President de la Societat Catalana de Psiquiatria Infanto-Juvenil, de l'Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya i Balears (2003-2007).

Membre de la Asociación Española de Psiquiatria del Niño y del Adolescente.

Membre de la ESCAP (European Society for Child and Adolescent Psychiatry).

Membre de la AACAP (American Academy of Child and Adolescent Psychiatry).

Membre de la Societat Catalana de Pediatria.

Membre de la Asociación Española de Pediatria.

Membre del Consell Assessor del Pla Director de Salut Mental i Addiccions del Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya. (2003-2012)

Professor del Postgrau en Psiquiatría Infanto-Juvenil de la Facultat de Medicina de la Universitat Autònoma de Barcelona.

La relación familia-pediatra

Articles de premsa

Lloc i data de publicació: www.apepa.org - 2009

Enllaç: http://www.apepa.org/index.php?menu=documentos&id=1&id_doc=90&show=1

 

Los pediatras extrahospitalarios y los especialistas pediátricos necesitamos cuidar y mejorar la relación con nuestros pacientes y familias, pero ello requiere de un tiempo que nuestros gestores en la sanidad pública no están dispuestos a valorar.

Hoy en día nadie duda del valor de la comunicación en las relaciones humanas.

Hace ya muchos años, y mucho más, vaya, anterior a este descubrimiento economicista (copia del modelo sanitario inglés que utilizan nuestros gestores sanitarios) existían en nuestro país unos médicos llamados a la profesión y formados con un interés fundamentalmente asistencial. Quizás estos profesionales carecían de los conocimientos técnicos actuales, pero conocían y dominaban los entresijos de la comunicación humana, así por ejemplo, cuando estaban con sus pacientes no sólo informaban, sino que comunicaban. No existían los fármacos genéricos, pero sí eran generosos con el tiempo de dedicación a sus pacientes. Los pacientes tenían su médico y éste tenía sus pacientes. Así de sencillo y así de útil.

Y pasó el tiempo, y con él se fue perdiendo, quizás por la técnica, quizás porque en las facultades cada vez hay más profesores y menos maestros, quizás porque en la sanidad quien manda son los llamados expertos en 'dirección de empresa', quizás porque la medicina ha dejado de ser una profesión liberal ..........  y con todo se fue perdiendo el interés por establecer una satisfactoria relación humana con el paciente, con la familia, con el niño.

En el trabajo clínico pediátrico del 'día a día' hay dos componentes extremadamente importantes, son la comprensión de lo que expresan nuestros pacientes (bien individualmente o a través de su familia) y la transmisión de la información diagnóstica y terapéutica a la familia y al propio niño o adolescente. De nuestra capacidad en poder comprender 'lo que ocurre' y explicar 'lo que hay que hacer' dependerá el buen cumplimiento de la prescripción. Hay que saber comunicar para poder comprender y saber explicar, y con ello hacer cumplir.

No podemos transmitir una interpretación técnica de resultados, el objetivo es proporcionar la información necesaria involucrando en su comprensión y adecuada interpretación a toda la familia, y cuidando en todo momento la empatía para captar bien todas las expectativas y preguntas.

Los pediatras nos hemos de saber ganar la confianza de la familia. Autores de reconocido prestigio como Kirkpatrick proporcionan un análisis profundo del desarrollo de la confianza y el complicado triángulo confianza-duda-ira, que se presenta cuando la familia se ve confrontada con una información aflictiva.

Todo ello se puede complicar aún más cuando los pediatras nos frustramos ante la incapacidad de curar al niño o adolescente, cuando sabemos que no hay recursos para tratar o cuando los padres nos hacen preguntas que no podemos, o no sabemos, contestar. Es en estos momentos, cuando más se necesita un buen entendimiento entre la familia y el pediatra.

¿Qué quiero decir con buen entendimiento?

Ante todo conseguir comunicar, la información sólo transmite si logra comunicar. Conseguirlo es mejorar la relación Familia-Pediatra. Ahora bien, requiere tiempo, tiempo de dedicación. Sin tiempo sólo informamos y nuestros pacientes piden algo más. ¿Serán capaces nuestros gestores de valorar nuestro tiempo y ponerlo en tiempo económico real al mismo nivel con el que cuidan la imagen? Sin él no iremos a ninguna parte, bueno sí donde estamos, copiando modelos 'extranjeros' economicistas cuyo objetivo fundamental es el ahorro y no el asistencial, cambiando el nombre o la imagen de lo que hacemos, 'dorando la píldora', etc.

Hoy, sólo hay una muy buena voluntad de unos grandes profesionales y de unas increíbles familias, quizás sólo sobran intermediarios.

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Web actualitzada el dimarts 21 novembre 2023, 11:59